sábado, 24 de noviembre de 2012

FANTASMAS EN LA NIEBLA



La mañana era fría, lejos quedaban los ruidos de la ciudad y el de la última carretera, los caminos todavía estaban mojados desde el único día que había llovido en meses. La retama del suelo jugaba con los primeros rayos matutinos que intentaban  tomar control del día y las irisaciones se abrían en abanicos a ambos lados del camino. Al bajar del coche, un aroma húmedo de pino y sabina dominaba el territorio.

Empezaba la caminata, al principio el sendero era una subida suave, conforme ascendía se iba incrustando en el valle que cada vez se hacia más vertical. También se iban perdiendo los silbidos de los cazadores controlando a los perros en las últimas extensiones de la terraza fluvial. El sendero se quebraba y en cada una de las curvas la llanura se iba alejando. Ya quedaba poco para la cima de la primera meseta que parecía puesta a propósito para el primer descanso.

Luego quedaba la parte más dura había que ascender a la cima que parecía alejarse en cada alto del camino. No quedaba más que subir y subir, el sendero se iba desdibujando a la vez que la luz desaparecía, una nube se extendió por toda la ladera, la niebla se había apoderado de todo y todas las referencias se habían esfumado bajo una pincelada gris.No quedaba más que seguir y seguir mirando al suelo para esquivar los escarpados cada vez más abultados.

Al fin un sonido lejano, casi imperceptible, ¿que era?¿una voz de la lejanía?, no ¿un silbido? tampoco, no había más que subir y subir, el sonido cada vez más perceptible iba cortando al aire. No se veía nada, parecía que se escondía detrás de cada saliente rocoso, agazapado detrás de cada pino. Al final, por fin, ahí estaba, escondido dentro de la niebla, amenazante, esperando al caballero de Sancho, desafiando a todo aquel que osase acercarse y hollar su territorio. ¿ Qué se oía?¿que grito era ese?¿A quién retenía?

No hay comentarios:

Publicar un comentario